Pronóstico: Gana Miami Heat Casa de apuestas: Cuota: 1.43 Stake: 4 Secuencia de pensamiento (más o menos) lógica: Oklahoma City Thunder ganó el año pasado la final del oeste 4-2, imponiéndose a los sempiternos San Antonio Spurs, demostrando que un equipo con poderío físico podía pasar por encima de Duncan y cía. Miami Heat pasó por encima de Oklahoma City Thunder doblando la apuesta ganadora de Oklahoma (intensidad, contraataque y aprovechar los espacios libres que generaba su estrella). Por tanto, Miami Heat pasará por encima de San Antonio Spurs en la final del la NBA esta temporada 2012-2013. ¿Tiene esto que ser así forzosamente? Obviamente, no. Las cosas, en un año, han cambiado mucho. Popovich, perro viejo, ha inventado otra receta de la eterna juventud para su equipo. Si antes era el efecto acordeón, ahora dosifica los minutos asumiendo todas las consecuencias incluso en playoffs y obliga a la asunción de un rol más importante a algunos miembros del roster (véase Danny Green, Kawhi Leonard y Thiago Splitter). Ese reparto de responsabilidades ha diversificado aún más las amenazas ofensivas y ha potenciado la frescura defensiva. La química colectiva ha sustentado con éxito las ausencias puntuales de los jugadores más talentosos. Como consecuencia, barrieron a Memphis en semifinales de conferencia con una seguridad casi insultante. La comparativa entre los minutos jugados por los hombres importantes en el último partido de la final de conferencia del año pasado con respecto a este desvela una nueva realidad. Los minutos se equilibran como nunca antes. Splitter: de 00:39 minutos el año pasado a 29:53 este año. Green: de 3:44 a 27:28. Ginobili: de 35:49 a 25:09. Duncan: de 40:36 a 34:47. Parker: de 41:33 a 39:34. Leonard: de 40:43 a 38:28. Pero la dosificación de minutos no serán las únicas claves: ¿Cómo le sentará el descanso a los Spurs? Llevan más de una semana sin jugar partidos, tras haber jugado de manera continuada desde el comienzo de temporada. ¿Volverán al máximo de sus facultades? ¿O les costará poner a punto la tensión competitiva? La eterna duda de estos casos puede resultar providencial en el primer partido. Y un punto en la final, oro. En Miami las cosas están bien, pero no tanto como el año pasado. O mejor dicho, no tanto como hace unos meses. Pese a su tremenda autoridad en la liga regular, donde cosecharon 27 victorias seguidas, hoy, la que otrora fuera una apisonadora inclemente, tiene unos cuantos asuntos que resolver: El primero, la cavalierización. Más que nunca, los Heat han sido LeBron y LeBron ha sido los Heat. El equipo ha ido delegando por la tremenda superioridad que ejerce Lebron James sobre sus rivales, pero a cambio se ha acomodado hasta el punto de hacerse excesivamente dependiente. Bosh, aún no se sabe si por decisión táctica o por alergia a la pintura (nadie se ha pronunciado y parece ser lo segundo), se ha alejado del aro hasta situarse con frecuencia en la línea de 3, desde donde se le ve tirar con asiduidad. Su nuevo rol perjudica al equipo, dejándole en apuros en la zona: Rebotea menos y produce poco en ataque. Mientras Haslem ha pasado del 80% en tiros de campo, el equipo ha respondido bien (2 partidos con 8/9 en tiros en la final de conferencia), pero de no ser así, ha sufrido mucho. Wade, por su parte, ha reclamado que la bola esté más tiempo en su poder. El factor ‘Birdman’. Chris Andersen, quién se lo iba a decir, se ha vuelto esencial para mantener la tensión defensiva en Miami. El mismo que llegó a estar sin equipo durante la presente temporada es un ejemplo de jugador adaptado al contexto. En Denver se había ido automarginado, mientras que en Miami acompaña siempre la jugada, rastrea los rebotes y culmina en contraataque. Si se lo dan hecho, Andersen siempre cumple, dando el máximo de sus capacidades. Si controla su sobreexcitación puede marcar la diferencia desde el punto de vista emocional. La otra guerra. El tiempo en cancha de las segundas unidades será escaso, más tratándose de una final, pero durante 5 ó 10 minutos coincidirán en acción. En ese caso, Allen debe jugar más y mejor que lo que ha estado haciendo hasta ahora. Norris Cole ha crecido mucho respecto al pasado año, pero no puede ser el único en aportar desde el banco. Por eso, los ojos se paran en Allen. Sobre el papel, la ventaja es de los Spurs. En partidos ajustados, este asunto puede resultar esencial. Correr vs. evitar correr. Miami quiere transformar la pista en autopista, dotarle al juego de rapidez, verticalidad e imponer su mejor físico. San Antonio, que es probablemente el equipo que mejor distribuye la pelota en estático de la liga, apostará por un cinco contra cinco de rápida circulación. La pizarra de Popovich estará alerta por si acaso para abrir espacios (¿Bonner?). Además, hay una decisión que marcará el duelo a nivel defensivo. ¿Jugará Popovich mucho tiempo con Leonard de 4? ¿O distribuirá más tiempo entre los demás pivots para cerrar la zona? La inercia puede llevarle decantarse por la segunda opción como planteamiento inicial (en semifinales, la supervivencia de Indiana pasó por el factor Hibbert y su influencia zonal, que evitaba las penetraciones de LeBron James). ¿Quién defiende a Parker? Aun habiendo sufrido algunos percances físicos, el francés ha sido el base más destacado esta fase final (con permiso de Stephen Curry). La increíble regularidad, el entendimiento del juego y una capacidad para desarbolar defensas fuera de toda duda hacen pensar que Parker puede sufrir el acoso de varios marcadores con tal de desgastarlo. ¿Se turnarán Wade-Chalmers-Cole-James? ¿O será un asunto individual? Así, mientras a un lado están los vigentes campeones recuperando sensaciones tras el susto ante Indiana (pero con la forzosa convicción de que se han hecho más fuertes), al otro están los Spurs, que han seguido la hoja de ruta a la perfección y agotarán uno de sus últimos cartuchos para hacerse con el título. La final se presenta, pues, más abierta que nunca y se prevé un duelo de intensidades, táctico y repleto de variantes. O lo que es lo mismo: una final como mandan los cánones. Puro baloncesto, pura NBA.
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